viernes, 7 de agosto de 2009

LA GRULLA Y EL MOSQUITO

Llegando el invierno, como es habitual, las grullas junto a sus crías, decidieron emigrar a un lugar más cálido. En su vuelo, por culpa de las turbulencias, una joven y desvalida grulla se distanció de la bandada y, casi sin aliento y por falta de experiencia, fue a caer entre los matorrales cerca de un rio.
El dolor de una de sus alitas herida, le impedia buscar refugio donde descansar. Así que, sin agua, sin comida y casi sin fuerzas, miró al cielo y pidió misericordia al Creador del Viento.

De pronto oyó el chirrido de un mosquito.

-- ¿Qué haces aquí, tu sola y herida?. Preguntó el mosquito.

-- Me he perdido, ¡que pena que tu no tengas fuerzas para ayudarme!

-- No está bien que digas eso. Respondió el mosquito.

Y el mosquito, aparentemente enfadado, emprendió el vuelo.

No había pasado ni un minuto, cuando cientos de mosquitos se aproximaron, y formando una camilla depositaron a la grulla y todos juntos, emprendieron el vuelo nuevamente hacia la marisma, más cercana. Allí los mosquitos y la grulla, bebieron y comieron .

La grulla ya recuperada, dío las gracias a los mosquitos.

-- No nos des las gracias, dijo un mosquito.

Moraleja: Una vez nosotros (los humanos) tambien nos perdimos en la oscuridad de la noche y unas luciérnagas (Espíritus Superiories), nos condujeron hacia Las Marismas de Luz donde repostamos, para llegar a la inmensidad de la LUZ ETERNA.

FIN.
Con esto quise demostrar que si nos perdemos y pedimos ayuda, la recibiremos. Por ello, es muy importante la unión espiritual y material, porque todos juntos podemos ayudar al que se crea desesperado y desamparado. No debemos pensar que somos una gota de agua sola en el mar, ya que el mar se hizo de muchas gotas de agua.
07-08-2009
Manolita Fernández
Trabajadora de CEYDE de Madrid
y del Grupo de Estudios Espíritas de Brunete

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